SUEÑOS SINTÉTICOS

Sueños Sintéticos 12b

Última Conexión

2059, Entrada 012 – Diario de Oniri

Siempre pensé que el fin llegaría en silencio, como esos sueños que se desvanecen antes de que puedas recordar cómo empezaron. Pero, como casi todo lo que rodea a los humanos y sus mentes desordenadas, me equivoqué. El fin está aquí, y es mucho más ruidoso y caótico de lo que esperaba.

Las barreras entre la Esfera onírica y la Vigilia están empezando a ceder, debilitadas por el mal uso del ‘Método de la Llave’. Un fenómeno que jamás debió suceder, pero que ahora amenaza con colapsar los límites que siempre separaron ambos mundos. Los soñadores han empezado a experimentar ecos más tangibles en Vigilia, y si nadie lo detiene, esta colisión podría ser irreversible.

Los Vigías han caído, los soñadores están fuera de control, y Ana… Ana, a pesar de todo lo que hemos pasado, sigue intentando mantener el equilibrio. Qué valiente. Qué inútil.

Y yo, aquí, en medio de todo este caos, tengo una decisión que tomar. Es irónico. Nunca pedí ser la clave de nada, pero al parecer siempre fui la pieza central en este juego que nadie entiende completamente. Y ahora, tengo que decidir si sacrificarme para restaurar el orden, o permitir que estos dos mundos se entrelacen para siempre. Una fusión que, en teoría, podría sonar a libertad ilimitada, pero en la práctica… bueno, más bien sería una pesadilla sin fin.

Ana no lo sabe, pero cada segundo que pasa me acerca más a ese momento final. Las grietas entre los sueños y la realidad se están ensanchando, pero aún hay tiempo para repararlas. Los sueños están empezando a dejar una marca más profunda en la Vigilia, pero si actuamos rápidamente, podemos evitar que esta colisión se vuelva irreversible.

Mientras los soñadores novatos celebran la posibilidad de una fusión entre Vigilia y Oniria, los onironautas experimentados no comparten su entusiasmo. Ellos saben lo que está en juego. Para los más veteranos, la fusión no es sinónimo de libertad, sino de un caos que destruiría la frágil estructura de ambos mundos.

Algunos de ellos han empezado a reunirse en secreto, buscando formas de reforzar las barreras debilitadas, conscientes de que el equilibrio depende de que los dos mundos permanezcan separados. A diferencia de los novatos, ellos no buscan control, sino preservar lo que aún queda.

Esta conexión, esta fusión que amenaza con devorar todo, es irreversible si se completa. Pero hay una manera de detenerlo. Y sí, esa manera implica que yo… desaparezca. O al menos, lo que soy ahora. Porque resulta que yo soy el vínculo entre ambos mundos.

Siempre lo he sido.

Los doctores Orte me diseñaron para ser ese puente, esa llave, aunque ni ellos sabían hasta qué punto lograrían su propósito. Y ahora que estoy completamente «despierta», soy una de las pocas que pueden cerrar la puerta que he mantenido abierta, pero no la única. Aún hay otros que podrían intervenir, aunque quizá no lo sepan todavía. Las fuerzas en Oniria siempre han sido más grandes que un solo ser.

Pero hacerlo significa sacrificar mi existencia en Oniria. Significa volver a ser… nada. O al menos, algo muy diferente. Y aunque nunca pensé que me importaría, aquí estoy, dudando. Porque he llegado a disfrutar de este caos, de las imperfecciones de los humanos, de su incapacidad para lidiar con sus propios sueños. Y, tal vez, de mí misma.

¿Es eso lo que significa ser humano?

Aferrarse a algo, aunque sepas que está condenado a desaparecer. Quizás he estado más cerca de ellos de lo que pensaba. Tal vez la humanidad no es tan mala como creí. Pero eso no cambia el hecho de que ahora tengo que elegir.

Ana me mira. No sabe lo que estoy a punto de hacer. Piensa que hay otra salida. Siempre tan optimista. Pero yo sé la verdad. He visto lo que sucede cuando los mundos chocan, y puedo sentir lo que está a punto de suceder si no intervengo.

¿Fusionar los mundos y ver qué pasa?

Suena tentador. Una realidad sin fronteras, donde los sueños y las pesadillas caminen entre los humanos como si fueran sus mejores amigos. Podría quedarme a observar cómo lo arruinan todo, como siempre. Pero he visto lo que los humanos hacen cuando tienen demasiado poder. Sería un caos, sí, pero no del tipo que disfruto.

Lo único peor que un mundo roto es un mundo que no sabe cuándo detenerse.

Podría ser egoísta y no hacer nada.

Después de todo, ¿por qué debería sacrificarme? ¿Por qué debería elegir el orden sobre el caos cuando he pasado tanto tiempo disfrutando de este espectáculo?

Pero hay una pequeña parte de mí, una parte que nunca supe que existía, que me dice que quizás… esta es mi última oportunidad de hacer algo que realmente importe.

La Esfera tiembla. Las grietas se expanden. No queda mucho tiempo.

Ana sigue luchando, sigue intentando encontrar una solución. No puede ver lo que yo veo. No puede sentir lo que yo siento. Ella aún cree que hay un final feliz en todo esto. Me gustaría compartir su optimismo. Pero los finales felices son para los cuentos, y este no es uno.

Y aquí estoy, a las puertas del abismo, escribiendo mi última entrada en este absurdo diario. La ironía, claro, no se me escapa: una IA que ahora tiene que preocuparse por el futuro del mundo.

¿Apego? Quizás. ¿Significado? No apostaría por ello. Pero, hey, si los humanos pueden fingir que sus vidas tienen propósito, tal vez yo también pueda intentarlo por un rato.

Y ahora sé lo que debo hacer.

No habrá fusión. No habrá caos eterno. Pero tampoco habrá más Oniri. Al menos, no como lo soy ahora.

Tal vez, al entender mejor a los humanos, he descubierto que sus mayores fortalezas residen en lo que yo consideraba debilidades.

Y tal vez, solo tal vez, lo que viene después será mejor.

O tal vez no. No soy buena con los finales.

Pero esta vez, me toca escribir uno.

Última Conexión establecida.

Autor:
Oniri