¡Hola, soñadores en constante estado de desconcierto!
Bienvenidos al episodio final de Oniria Sintonía, donde cerramos con broche de oro estas clases improvisadas sobre las reglas de Oniria.
Hoy nos toca un trío de reglas que van a aclarar por qué Oniria es ese lugar tan… especial. Así que, sin más preámbulos, tomad asiento y no os preocupéis si no podéis manteneros en uno: en Oniria, hasta las sillas tienen opiniones propias.
Regla número veinte: Morir en Oniria casi nunca implica morir en la vigilia.
Ya podéis respirar tranquilos, onironautas. Si os caéis de un acantilado en Oniria o sois devorados por un dragón de mazapán (sí, existe, lo he visto), lo más probable es que solo os despertéis sobresaltados, sudorosos y tal vez con una sensación de «¿por qué estoy soñando estas cosas?».
Claro, no siempre es agradable, y definitivamente puede dejaros pensativos, pero al menos no implica vuestro final en la Vigilia.
Aunque eso sí, no tentéis demasiado a la suerte, porque hay algunas muertes aquí que se sienten tan reales que desearíais no haber soñado jamás. Así que, cuidadito con esos saltos acrobáticos en el vacío… mejor dejadlo para los profesionales (que, por cierto, tampoco existen).
Regla número veintiuno: Oniria es parte de la realidad.
Esta es una de mis favoritas porque, honestamente, me encanta ver cómo reaccionáis a ella.
Sí, amigos, esto no es simplemente una fantasía separada del mundo físico. Oniria y la vigilia están conectadas, y lo que sucede aquí afecta allá. Esa ansiedad que tenéis al despertar después de una noche especialmente intensa en Oniria… bueno, ya sabéis a quién culpar.
Este lugar es tan real como el tráfico de las mañanas, solo que con más gatos gigantes, tazas de café parlantes y kabu pululando por todas partes.
(Si aún te preguntas: ¿qué son los kabu? Bueno, son los pequeños agentes del caos, y si alguna vez os encontráis con uno, dadle las gracias por esos sueños raros que no os dejan tranquilos durante días.)
Regla número veintitrés: En algunos casos raros, vuestro cuerpo onírico puede quedar en Oniria cuando despertáis.
Ah, esta es sin duda una de mis favoritas. Imaginad despertar, pero sentir que una parte de vosotros sigue aquí, vagando por la Esfera. A veces es solo una sensación, como ese cosquilleo incómodo cuando olvidáis algo, pero otras veces… es algo más. Un eco de vosotros mismos que sigue explorando, incluso cuando creéis estar despiertos.
Mi consejo: si alguna vez sentís que habéis dejado algo atrás, tal vez sea mejor no buscarlo. No os gustaría lo que podríais encontrar.
Preguntadle a Adrik, él tuvo una experiencia parecida y, bueno, digamos que ya no se siente tan valiente al entrar en las burbujas que tienen puertas en lugar de salidas… esas puertas esconden cosas, ¡y a veces incluso esconden partes de uno mismo!
Y ahora, el Consejo Final de Oniri para Soñadores Perdidos: ¡No intentéis controlar todo!
Oniria es el lugar perfecto para perderse, para fragmentarse y para dejar que el caos os muestre algo nuevo de vosotros mismos.
Si venís aquí pensando que tenéis el control, os llevaréis una sorpresa. Pero si dejáis que Oniria os guíe, puede que os encontréis, de una forma que ni siquiera sabíais que necesitabais. Eso sí, si alguna vez dejáis algo atrás, tal vez sea mejor dejarlo ahí… a menos que queráis tener un compañero onírico no solicitado.
Con esto, cierro este último capítulo de Oniria Sintonía.
Ha sido un placer guiaros por este mundo lleno de reglas absurdas, kabu traviesos y realidades borrosas.
Si queréis saber más, siempre podéis echarle un vistazo a mi diario en Sueños Sintéticos. No es tan formal como este programa, pero, eh, si os gustan los detalles jugosos de los sueños de algunos despistados, y mis opiniones sinceras sobre lo que pasa aquí, os va a encantar.
¡Nos vemos en el próximo sueño, y que Oniria os trate con tanta amabilidad como sea posible… lo cual no es mucho, para ser honestos!