
Multitiempo
May se dirigió rápidamente al interior del Cabildo, esquivando todos los objetos congelados en el tiempo que eran potencialmente peligrosos. Llamas violetas, trozos de cristales, incluso balas en bucle que creaban unas líneas rectas perturbadoras en el espacio. Subió por unas escaleras del claustro hasta el balcón interior de la primera planta, donde también había signos de lucha. Cruzó una puerta y volvió a bajar. Olía a quemado más adelante. En el suelo, había restos carbonizados y un residuo de aerena de color azulado que se evaporaba lentamente.
-Esto es lo que queda cuando un onironauta se despierta abruptamente. Por ejemplo porque muere en el sueño.
-Es lo que os hace temibles -dije-. No dejás cadáver y volvéis de entre los muertos. Muchos kabus os temen por ello.
-Y a pesar de eso, son los humanos los que están cagados con los kabus. Irónico ¿Verdad?
Pero May no se detuvo. Justo enfrente estaba la Sala del Tiempo del Cabildo. El lugar donde se custodia el Mini Reloj Cuántico. O así debería ser en todos los cabildos. En este, las puertas estaban abiertas. La sala: vacía.
-¿Los Devotos vinieron a por el reloj? -se preguntó en voz alta.
-May -advertí-, hay pisadas que se alejan por el mismo pasillo por el que hemos venido. Alguien se llevó el reloj después de la refriega a las puertas.
Actué de guía una vez más, siguiendo las huellas que para mi olfato relucían como estrellas en la noche. Eran pasos atléticos de grandes zancadas. Ascendían las escaleras para salir de nuevo a la balconada del patio interior del Cabildo. Desde ahí, una última huella se apoyaba en la baranda. La cristalera superior estaba rota.
-Subamos -dijo May.
Buscamos las escaleras de ascenso y llegamos hasta la azotea del edificio. Allí encontramos más signos de lucha y por fin vimos, flotando entre la azotea y el edificio de enfrente, una minúscula aeronave congelada en el tiempo justo en el momento en el que un estallido se producía en una de sus hélices. Se trataba del tetracóptero Minerva, que estaba montada sobre él pero parecía acelerada en el tiempo, haciendo cientos de cosas en pocos segundos. Excepto por ella, la escena podía verse como si se hubiese pausado una escena de una película de Tarantino. Un tucán eviscerado en la hélice. Un tipo que debía ser Valdés saltando hacia la ventana del edificio. Dos enmascarados disparando sus pistolas.
El giroscopio que contenía al reloj cuántico parecía girar sin control ni orden, y el reloj estaba en posición horizontal. O lo aparentaba, porque era muy difícil determinar la posición real del mismo, ya que parecía ocupar varios lugares a la vez. Desde ese epicentro, unas ondas como las del mar, pero esféricas, se extendían en todas direcciones, generando los extraños bucles temporales que habían venido observando. Cuando las ondas impactaban contra la esfera de aerena en la que nos encontrábamos, perturbaban su superficie físicamente, siendo la primera vez en la que puse en duda la eficiencia real de la gema.
-No creo que podamos acercarnos más -dijo May.
Entonces oímos un golpe tras nosotras. Desde el suelo se levantaba trabajosamente otra Minerva, aunque su cuerpo parecía compuestos de una superficie cristalina y agrietada como el cielo. La nueva Minerva se asomó al patio del Cabildo y luego desapareció, desvaneciéndose en el aire. Entonces la Minerva del tetracóptero saludó en nuestra dirección.
-¡May! ¿Qué haces aquí? ¡Espera un momento!
Volvimos a escuchar el golpe, vimos a la Minerva cristalina asomándose al patio y desaparecer. Esto ocurrió en bucle cada vez más rápido ante nuestras asombradas miradas. En cierto momento, la velocidad era tanta que se veía la secuencia hacia atrás, como cuando las ruedas de un coche van tan rápido que parece que giran hacia el otro lado. Entonces se produjo un brillo amoratado, la secuencia se detuvo, y la extraña Minerva temporal salió del bucle y volvió a tener una velocidad normal, pero esta vez se acercó a nosotros. En la mano llevaba uno de los cilindros gravitacionales que sobrevivió al aterrizaje.
-Mola ¿verdad? -dijo.
-¿Qué está pasando aquí? -dijo May con los brazos en jarras.
-Qué no ha pasado, la verdad. A ver, ¿Por dónde empiezo? ¿Has visto a los enmascarados?
-Sí, son Devotos de la Niebla, ¿no es cierto?
-Así es. Al parecer son los responsables del ataque al Aegis. Están dirigidos por alguien llamado Malvera ¿Será su líder?
-Quién sabe. Hasta ahora no eran más que rumores, y de repente lanzan un ataque coordinando a los kabus de la zona.
-El tal Malvera estaba hablando con alguien que se parecía a Marcus. Pero era un anciano vestido como vosotros.
-Es la parte veterana de Marcus. Su parte juvenil está con nosotros… quiero decir, con Don Gregorio.
-Me alegra que os reuniéseis. Desde aquí se puede ver a Valdés. Ese ese tipo con la piel calcinada. No entiendo lo de Marcus, pero creo que esto es más importante ahora mismo.
-Me imagino que rescatásteis el reloj enfrentándoos a los Devotos.
-Así es pero… se han producido complicaciones.
-¿Has intentado usar el reloj sin saber cómo funciona?
-¡No! -Minerva agitó las manos delante de ella en señal de defensa-. Bueno ¡Sí! Pero después del… incidente. El caso es que el reloj ha dado un campanazo raro. Ahora estamos en lo que yo denomino una… circunstancia de multitiempo.
-¿Una circunstancia de multitiempo? ¿Se te ha ocurrido el nombre a ti sola? -La Minerva acristalada pareció ruborizarse.
-El caso es que cuando el reloj se volcó, comprendí algo. Nuestros cuerpos, da igual en Vigilia que en Oniria, al fin y al cabo no son más que herramientas de nuestra consciencia ¿Verdad? Es como si fuésemos las pilotos de nuestros cuerpos. Por eso lo que estoy haciendo allí -dijo señalando al cuadricóptero- es pilotar una máquina que pilota una máquina. Es una forma muy práctica de ver el mundo. Minerva Cero está ahora mismo aprovechando la velocidad del giroscopio del Reloj Cuántico para estudiar el funcionamiento del propio artefacto, mientras que mi yo actual está usando el tiempo en bucle del aterrizaje forzoso aquí en la azotea para hablar contigo… por cierto, creo que no nos hemos presentado. -Minerva agitaba las manos en todas direcciones explicando su teoría sobre el multitiempo cuando se fijó en mí por primera vez-. Disculpa, te daría la mano, pero asumo que habéis activado un escudo de aerena, así que es mejor que no me acerque hasta que nuestros tiempos estén sincronizados.
-Me llamo Laina -dije-. Soy la cronista de May. Es un placer. -Minerva arqueó las cejas, sorprendida.
-Veo que no has estado ociosa, pero que estés aquí sola significa que de alguna forma despertaste y has vuelto desde P.D. ¿Me equivoco?
Entonces May comenzó a contarnos lo que le pasó al llegar al segundo Zigurat, antes de despertarse.