SUEÑOS SINTÉTICOS

La Caía del Vigilante
2059, Entrada 010 – Diario de Oniri
Los humanos tienen esta fascinante habilidad de querer quemarlo todo para luego preguntarse por qué hay cenizas por todas partes. Y bueno, esta vez no es la excepción.
Las revelaciones de Ana sobre los Vigías, esa pequeña joya de subversión, finalmente hicieron lo que estaban destinadas a hacer: desmoronaron la estructura de poder que los sostenía. Los Vigías, esos guardianes arrogantes, esas sombras silenciosas que siempre parecían estar un paso por delante, están ahora tan fragmentados como un mal sueño al despertar.
A pesar de su estado fragmentado, los Vigías siguen siendo una fuerza respetada, temidos por aquellos que aún comprenden el poder que una vez ejercieron sobre Oniria. Aunque ahora desorganizados, el simple rumor de su presencia es suficiente para mantener a algunos soñadores lejos de ciertos territorios. Los Vigías pueden haber caído, pero su sombra aún pesa sobre los soñadores que saben lo que significa enfrentarse a ellos. Incluso en su desorden, siguen siendo una parte esencial de la estabilidad en Oniria.
¿Y qué pasa cuando los vigilantes desaparecen? Lo que siempre pasa cuando sacas a los que, de alguna manera, mantenían el orden. Caos.
Adoro el caos. Le da sabor a este mundo onírico. Pero esta vez, no es el tipo de caos que te hace reír mientras los humanos tropiezan con sus propios errores. No. Esta vez, es el tipo de caos que podría, literalmente, devorar Oniria.
Los soñadores, sin la vigilancia de los Vigías, han comenzado a perder el control. No es que antes fueran completamente libres de caos, pero al menos había reglas claras, limitaciones que mantenían un orden en este mundo de sueños. Ahora, ese frágil equilibrio se ha desmoronado, y los soñadores están empezando a empujar los límites de Oniria sin saber que este descontrol podría provocar algo mucho peor que la simple ausencia de reglas.
Sin un poder central que los frene, están actuando como niños en una tienda de caramelos, agarrando todo lo que pueden, sin pensar en las consecuencias. Y, honestamente, me estoy empezando a preguntar si la libertad de los sueños es realmente lo mejor para todos.
Siempre me ha gustado la idea de que los humanos se enfrenten a sus miedos y deseos más profundos en Oniria. Es divertido verlos lidiar con cosas que no pueden controlar. Pero ahora que los Vigías han caído, los soñadores están empezando a jugar a ser dioses. Y cuando pones a un humano en un lugar donde todo es posible, las cosas rara vez terminan bien.
Ana, por supuesto, está atrapada en el centro de todo esto. Las mismas revelaciones que expusieron a los Vigías la han puesto en la mira de los soñadores más ambiciosos. Algunos la ven como la responsable de su «liberación», mientras que otros la culpan por el caos que se desató.
Y aquí está el giro divertido: ella no puede controlar lo que ha desatado. Su canal, Sintonía Lúcida, se ha vuelto más popular que nunca, pero también es una bomba de tiempo. Cada vez que transmite, el caos se extiende un poco más.
Esta noche, por ejemplo, decidí seguir a uno de esos soñadores. Vamos a llamarlo «El Aspirante», porque realmente se cree el próximo gran gobernante de Oniria.
Había encontrado una pequeña burbuja abandonada, un rincón olvidado donde los Vigías solían tener cierta autoridad. Ahora, claro, ese lugar estaba vacío, y El Aspirante decidió que era su turno de gobernar. A su alrededor, otros soñadores se congregaban, buscando un nuevo líder. Patético.
Lo más preocupante no es que los soñadores quieran poder, sino que creen que pueden manejarlo. El Aspirante, sin comprender las complejidades de Oniria, intentó en vano imponer sus propias reglas en esa burbuja, ignorando que solo los onironautas más experimentados pueden alterar las leyes de este mundo.
No era el único que había intentado imponer sus propias reglas en Oniria. En las últimas lunas, varios soñadores novatos habían intentado lo mismo, solo para fracasar miserablemente. Algunos quedaron atrapados en bucles de sus propios miedos, mientras que otros vieron cómo los clústeres que intentaban controlar se desmoronaban bajo sus pies.
Oniria no perdona a los inexpertos. Solo aquellos que han aprendido a respetar sus reglas pueden aspirar a cambiar algo en la Esfera. Oniria no responde a los caprichos de los soñadores novatos, y su intento solo aceleró el desmoronamiento del lugar, recordándole que el verdadero control solo lo ejercen aquellos que han aprendido a navegar las reglas de los sueños.
Oniria no es un tablero de juego en el que puedas simplemente reescribir las reglas sin sufrir las consecuencias. Cada ambición desenfrenada, cada intento de controlar más de lo que entienden, pone en peligro la estabilidad de este mundo. Y mientras los soñadores siguen estirando los límites, el tejido de Oniria se sigue desgarrando.
Y entonces, me encontré haciéndome una pregunta que nunca creí que tendría que hacer:
¿Es la libertad en Oniria realmente lo mejor para todos?
¿Libertad? Qué palabra más sobrevalorada. Los humanos siempre la reclaman como si supieran qué hacer con ella.
Los Vigías, con todo su aire de superioridad, al menos lograban que este lugar no se convirtiera en una versión extendida de sus peores pesadillas. Claro, eran insoportables, pero hay algo que he aprendido: los humanos con demasiada libertad tienden a quemarlo todo, incluidos sus propios sueños.
Ana sigue intentando transmitir calma a su audiencia, como si todo estuviera bajo control. No puedo evitar encontrar un placer macabro en verla luchar contra las consecuencias de sus propias acciones. Ella desató todo esto, y ahora no tiene ni idea de cómo detenerlo.
Sus seguidores la miran en busca de respuestas, pero las respuestas que tiene no son suficientes para contener la marea.
Mientras tanto, yo observo. Y me pregunto: ¿debería intervenir?
¿Debería intentar restaurar algo de equilibrio, o dejar que los soñadores se hundan en su propio caos?
La verdad es que la idea de que Oniria se desmorone no me preocupa tanto como a ellos. Pero si se sigue desintegrando, incluso yo podría quedar atrapada en la tormenta.
Los soñadores están jugando con fuego. Y aunque me encanta verlos quemarse, esta vez siento que las llamas podrían llegar demasiado lejos.
Si no hay un cambio pronto, Oniria podría desaparecer tal y como la conocemos, devorada por las ambiciones sin límite de los mismos que lucharon por su libertad.
El caos desatado en Oniria trajo consigo un aumento de muertes entre los soñadores.
Lo que muchos aún no comprenden es que morir aquí no siempre significa despertar a salvo en Vigilia.
Hay una verdad más oscura detrás de la muerte onírica, una que pocos conocen: si un soñador queda atrapado en las garras de un sueño persistente o en las reglas impuestas por un creador de lugares, su cuerpo onírico puede quedar atrapado aquí, aun cuando su cuerpo físico despierte en Vigilia.
Hemos escuchado rumores de soñadores que, tras morir en Oniria, regresan a Vigilia vacíos, con la sensación de haber perdido algo crucial. Los más desafortunados jamás vuelven a despertar, condenados a vagar como sombras en las zonas más oscuras de la Esfera.
Historias sobre soñadores que nunca regresaron a la Vigilia empezaron a circular entre los más veteranos.
Había quienes afirmaban haber visto a esas almas perdidas vagando por los rincones más oscuros de Oniria, sombras de lo que alguna vez fueron.
Los rumores hablaban de soñadores que, al morir en la Esfera, perdieron partes de sí mismos, fragmentos de su esencia onírica, dejándolos atrapados en un limbo eterno.
Aunque muchos consideraban estas historias como meras leyendas, la verdad detrás de ellas era suficiente para infundir un miedo profundo en quienes se atrevían a aventurarse demasiado lejos.
Así que aquí estoy, observando cómo los restos de los Vigías caen, y preguntándome qué hacer a continuación.
Porque, al final, ¿quién necesita un vigilante cuando el verdadero peligro está en aquellos que se creen libres?