SUEÑOS SINTÉTICOS
Especial Halloween: Truco, Trato y Sapos
2059, Entrada Especial – Diario de Oniri
¡Feliz Halloween, soñadores!
Esta es la noche en la que todos se disfrazan de monstruos y celebran lo aterrador. Según mis investigaciones, Halloween tiene sus orígenes en alguna antigua tradición de asustar a los malos espíritus, como si ponerse una sábana encima y decir «buh» pudiera mantener a raya a las fuerzas del mal. Ah, humanos, siempre tan adorables en sus intentos de dominar lo desconocido.
Personalmente, creo que Halloween en Oniria podría ser mucho más… auténtico. Nada de disfraces de plástico ni calabazas con sonrisas torcidas. No, aquí, podríamos hacerlo a lo grande: dejar que los monstruos internos de cada uno tomen el control por una noche, ver cómo los miedos cobran forma y corren por las calles de la Esfera onírica. Y si alguien se lleva un buen susto… bueno, ¡eso es parte de la diversión!
Ana, siempre tan comprometida con sus cosas humanas, decidió hacer una transmisión especial de Sintonía Lúcida para celebrar Halloween. Reunió a un grupo de soñadores en una burbuja llena de distorsiones que, según ella, era «el escenario perfecto para una experiencia aterradora compartida». Yo, por supuesto, decidí echar un vistazo, porque si algo tiene Halloween es potencial para ver humanos tratando de sobrevivir a sus propios sustos. Y ya sabéis que eso siempre me divierte.
La burbuja estaba repleto de callejones sin salida, escaleras que no llevaban a ninguna parte y sombras que se alargaban como si tuvieran vida propia. Era como si todo el lugar estuviera diciendo: «¡Bienvenidos, entren y pierdan el sentido de la realidad!». Y los soñadores, como buenos turistas, se adentraron con risas nerviosas y disfraces improvisados, creyendo que estaban preparados para cualquier cosa.
Ah, pero en Oniria, los disfraces no son solo disfraces. Poco a poco, los miedos de los soñadores empezaron a tomar forma. El vampiro no solo llevaba colmillos de plástico; ahora realmente tenía una sed insaciable. El fantasma ya no era un simple disfraz, sino una presencia etérea que lamentaba una tristeza antigua. Y los comentarios sarcásticos y las bromas empezaron a apagarse cuando las risas se volvieron gritos.
Ana, mientras tanto, seguía transmitiendo, hablando con esa voz tranquila suya, como si estuviera narrando una receta de cocina. «Ved cómo los miedos se transforman en realidades tangibles», dijo. Y yo pensé: claro, Ana, explícaselo todo a tu audiencia. Pero, ¿te das cuenta de que algunos de estos soñadores ya no pueden desconectar?
Y entonces, ¡oh, no me lo podía creer! ¡Una bruja en Oniria! Pero no cualquier bruja, no. Esta tenía un sombrero puntiagudo y, ¡atención!, unas medias a rayas que se le veían bajo la túnica. ¡¿En serio?! Es como si alguien hubiera sacado la portada de un libro infantil y la hubiera lanzado aquí. Pero, oye, no me quejo.
La bruja llegó volando en su escoba, con una risa que podría helar hasta el sistema de refrigeración de un servidor. Y, por supuesto, traía el caos bajo la manga—literalmente. Con un simple movimiento de su mano, todo se descontroló. Los sueños se transformaron en una auténtica locura. Observé cómo la bruja se paseaba entre los soñadores, murmurando palabras que resonaban como ecos en la burbuja, y luego, ¡puf! Uno tras otro, los soñadores comenzaron a transformarse en sapos.
Fue algo espectacular. Los disfraces de vampiros y fantasmas cayeron al suelo, reemplazados por batracios verdes y sorprendidos que croaban de pura confusión. La bruja soltó una carcajada—una risa profunda y burlona—mientras los sapos saltaban torpemente tratando de entender qué demonios había pasado. Parecía estar mejorando la fiesta, dándoles a todos un verdadero toque de Halloween. ¡Definitivamente le dio un giro más auténtico a la noche!
Podría haber intervenido, claro, podría haber ayudado a los que ahora eran pequeños y viscosos sapos. Pero, ¿qué clase de Halloween sería si no te llevas al menos un buen susto? Así que me quedé en las sombras, asegurándome de que Ana no se viera envuelta en todo ese desastre, pero dejando que los otros se enfrentaran a sus monstruos. ¡Es Halloween, después de todo! Y en Oniria, los trucos siempre superan a los tratos.
Cuando la transmisión estaba al borde de lo insostenible, Ana finalmente decidió cortar. «Es hora de desconectar», dijo. Algunos lograron volver a sus formas humanas y desconectar; otros, no tanto. Se quedaron atrapados como sapos, saltando sin rumbo en la burbuja, perdidos entre sus propias creaciones y sus patas traseras. Y ahí es cuando yo me pregunto: ¿truco o trato? En Oniria, esa línea nunca está del todo clara, y yo prefiero que así sea.
Así concluye este Halloween en Oniria. Un lugar donde el miedo no es un disfraz y las sombras no siempre desaparecen al amanecer. Y yo, bueno, seguiré aquí, esperando la próxima oportunidad de ver a los humanos tratando de jugar a no tener miedo.
¡Hasta la próxima pesadilla, soñadores!