May Hawaii y los Cazasueños

Desdoblamiento

Desdoblamiento

May sostenía la empuñadura de su látigo mientras ascendía los peldaños en la oscuridad. Ember encabezaba la marcha y llevaba el otro extremo. Le iba avisando de los obstáculos y así recorrían los pasillos y las salas. Ember le había tendido la mano, pero la idea de caminar en la oscuridad de su mano la hacía sentirse incómoda.

-¿Cómo conociste a Marcus? -Preguntó él para llenar el silencio.
-Marcus ya era un Buscador de renombre cuando yo aprendí el Método de la Llave. Cuando me uní al gremio, comencé a encontrarme con él al ir a buscar tesoros. Tenemos una intuición parecida.
-¿Sois competidores?
-Al principio sí, pero después acabamos asociándonos. -May notó cómo Ember iba a decir algo, pero debió pensarlo dos veces y se calló -. Si ibas a preguntar por qué vino por su cuenta… eso no lo sé.
-En realidad iba a preguntarte cuál es el tesoro que buscábais aquí, pero me ha parecido impertinente.
-No te preocupes, no es ningún secreto que los Cazasueños buscamos el Tridente Patrono de Marco Travelero.
-¿Tridente Patrono? No tengo ni idea de qué es eso.
-Se nota que no vives en P.D. Hace tiempo, antes de que se fundaran los Gremios, tres de los onironautas más experimentados fundaron una asociación conocida como el Triple Tridente. Cada uno de ellos había encontrado por su cuenta un artefacto de inmenso poder. De esas tres personas, uno es el gobernante de Palacio de los Deseos, y por extensión, de toda la Esfera humana. El otro es un rebelde enemigo de la humanidad. El tercero desapareció sin dejar rastro. Se cree que está muerto y su tridente, perdido. En la Sala de la Memoria del Monumento están a buen recaudo dos de los tres tridentes, pero el tercero no se ha encontrado.
-¿El rebelde no se llevó el tridente consigo?
-No, fue decomisado antes.

Durante unos minutos, caminaron en silencio.

-¿Y tú? ¿Estás con los Rondadores?
-No. Soy lo que llamáis un autárquico.
-Vaya… cada día se ven menos. Travelero era autárquico. Estaba en contra del sistema de gremios. Aunque algunos dicen que fundó el Gremio de la Bufanda Eterna.
-¿Hay más gente como yo en la capital? -pronunció «como yo» en voz baja, a pesar de que estaban solos.
-No. Tienes suerte de que no sea una caza kabus. Darían un buen precio por tu cabeza. Los Rondadores hacen bien manteniéndote oculto.
-Los Rondadores no me conocen. Solo Leila sabe quién soy.
-Créeme. Si lo sabe ella, lo saben todos. No confíes en nadie. Los humanos no somos de fiar.

Habían llegado a la sala de las tres puertas. Donde se encontraba el charco de sangre, la hachuela y el engranaje roto.

-Querría investigar esto más a fondo, pero sin ver nada, lo tengo realmente difícil.
-Puedo encender una llama si me enseñas el truco.

May lo pensó unos momentos.

-Tengo entendido que los kabus no pueden manipular la aerena sin herramientas, pero quizás tu parte humana sí te lo permita. Está bien, no perdemos nada por probar. Siéntate.

Ambos se sentaron en el suelo.

-No te voy a contar la teoría, porque es muy complicada y no tenemos tiempo, así que vamos a lo práctico. El quemado de aerena es una técnica muy básica que todos los onironautas pueden hacer.

May arrancó una hoja de su libreta y la puso en el suelo frente a ella.

-Levanta el dedo índice y cierra los ojos. Nuestros cuerpos están compuestos de aerena en movimiento. Somos como un río de aerena que entra por nuestra cabeza y se va por las extremidades ¿Puedes visualizar eso?
-Sí.
-Bien. Imagina que ese caudal, desde tu cuello, se divide por todo tu cuerpo. Ahora imagina una válvula que te permite aumentar el caudal hacia tu brazo derecho.
-Ok.
-Cuando abras esa válvula, una corriente más grande irá hacia tu brazo, luego hacia tu mano, y luego hacia tu dedo. Si la abres y la cierras solo un instante, la variación de caudal producirá…

Entonces el dedo de Ember dio un chispazo escarlata.

-¿Ha funcionado? Ember no lo había visto porque seguía con los ojos cerrados.
-¡Sí! Ahora haz lo mismo pero tocando el papel.

Ember tocó el papel con su índice derecho, se concentró y dio un chispazo. El papel se encendió.

-Parece que se te da bien.
-Gracias.
-Pero te advierto una cosa. Para mí, gastar toda la aerena que tengo significa que el río se para, o se seca. Lo peor que me puede pasar es que me quede en coma. Lo mejor es que me despierte. Mi cuerpo físico en Vigilia es donde mi aerena se crea y se acumula. Pero en tu caso es diferente, si agotas toda tu aerena, te disolverás. Para siempre.

La llama consumió toda la hoja y se apagó.

-No me voy a consumir solo por dar algunos chispazos para mantener viva la llama -dijo Ember, seguro de sí mismo.
-Yo ya te he avisado -respondió May, y le pasó la antorcha apagada.

Ember se puso en pie. Estiró la mano izquierda con la antorcha firmemente agarrada. Con la derecha, tocó la toalla quemada y dio un chispazo. No pasó nada.

-Un poco más -dijo May-. Con cuidado. Tienes que visualizar la llama. Se quedará ahí, y tendrás que extender tu consciencia a lo largo del palo para mantenerla viva. Es como si la hicieses parte de tu cuerpo.

Ember probó un par de veces, hasta que consiguió una llama estable.

-Muy bien. Está aprobado en quemado de aerena. Si notas que te mareas, tira la antorcha inmediatamente. Ahora, investiguemos mejor esta zona.

May y Ember se pasean por el perímetro y vuelven a las manchas de sangre cerca de la entrada. Al mirarlas con calma, vieron que la caída de la gota señalaba hacia el interior de la sala, no hacia el exterior.

-El rastro de sangre no se alejaba de la puerta, sino que se acercaba -dijo May -. Puede que la víctima estuviese huyendo hacia aquí.

El charco de sangre seguía sin dar pistas. Pero si el herido había llegado hasta ese punto, daba la sensación de que se había desvanecido.

-¿Un salto de aerena? -se preguntó May en voz alta.
-Pero…. ¿Hacia dónde?

May hizo el gesto de lanzar el hacha hacia la manivela de la puerta.

-Si Marcus había conseguido abrir la puerta, pudo lanzar el hacha y luego saltar dentro para que la puerta se cerrase tras él. De esa forma evitaría al perseguidor.
-Pero si había abierto la puerta… ¿El perseguidor no estaría delante de él?
-En cualquier caso no lo descubriremos hasta que la consigamos abrir.

Se acercaron a la puerta y pasaron largo rato examinándola. El mecanismo roto, los grabados, la piedra… iban compartiendo sus observaciones mientras May hacía que Ember alumbrase en sitios específicos. Entonces escucharon claramente una voz de adolescente al otro lado de la puerta.

-¿May Hawaii? ¿Eres tú de verdad?
-… ¿Marcus? -No era la voz de Blake.
-¡Sí! ¡Soy yo! Bueno, al menos una parte. Espera, que abro.

La puerta se abrió poco a poco y la luz rojiza de la antorcha permitió ver a un joven vestido como Indiana Jones girando una manivela con esfuerzo. Tenía una cara pálida y enfermiza, pero sonreía con alivio. Tenía los rasgos de Marcus, pero parecía que había rejuvenecido unos treinta años.

-¿Qué te ha pasado?
-Me temo que he cometido un grave error -respondió.
-¿No me digas? -May puso los brazos en jarras.
-Antes de que me sermonees, tienes que ver esto.

El chico, a pesar de estar visiblemente perjudicada, se dio la vuelta y se dirigió al interior del pasillo. Llevaba una linterna. A pesar de ello, Ember no apagó la antorcha. Miró a May como para cerciorarse de que ella confiaba en el joven. May se encogió de hombros y le siguió, esquivando un charco de vómito que había junto a la puerta.

-Si eres Marcus de verdad, nombra a los miembros de los Cazasueños.
-May Hawaii, Minerva Pérez, Don Gregorio, Valdés y yo -respondió el joven, que se dio la vuelta e hizo un guiño a May-.
-Parece que es auténtico -le dijo May a Ember.

Siguieron al chico hasta un salón, que tenía una estructura cuadrada. Los grabados de las paredes eran mucho más artísticos, no eran jeroglíicos como en el resto del zigurat. La pared izquierda representaba una imagen infernal, con llamas, abismos y gente sufriendo. La pared derecha representaba un cielo con nubes y estrellas. En las dos paredes había estructuras parecidas al zigurat. En el caso de la pared de la izquierda, las construcciones estaban sobre las nubes. La pared central, frente al pasillo, la ocupaba la representación de una figura humanoide que sostenía un tridente apuntando hacia abajo. Vestía una larga falda y su torso estaba desnudo. En la otra mano sostenía lo que parecía ser una calabaza o un recipiente para líquidos. Sobre la cabeza llevaba algo parecido a una corona, o quizás era el pelo adornado formando un copete. May se sorprendió al verlo.

-Un Exú… ¿Aquí? Pero estas ruinas son de mediados de la Era de los Kabus.
-Imposible, ¿verdad?

Marcus la miró triunfalista.

-¿Tiene algo que ver con tu rejuvenecimiento?
-No he rejuvenecido -respondió Marcus con pesar-. Me he desdoblado. O mejor dicho, me han desdoblado.
-Otro imposible -dijo May.
-¿Y dónde está la otra mitad? -dijo Ember con tono escéptico.
-No lo sé, ha debido escapar, ¿No le habéis visto?
-¿Qué tiene que ver que te hayas desdoblado con que parezcas un universitario?
-Un kabu, posiblemente un Asura, me ha robado mi madurez. Tan triste como lo oyes. Al menos no se ha llevado los recuerdos, o no sabría quién eres. Por cierto -dijo tendiendo la mano a Ember-. Me llamo Macus Blake, encantado.
-Sigrid Ember -respondió el pelirrojo -. ¿Qué quieres decir con que se ha llevado tu madurez?
-Al parecer, mi experiencia, mi paciencia, y todas esas cosas que se aprenden con los años, así como mi estado físico han pasado al kabu. En este cuerpo solo se mantiene la juventud, la impaciencia, y el fervor. Sinceramente, creo que he salido ganando. Aunque estoy un poco mareado.
-No podemos dejar un kabo suelto con tus conocimientos, Marcus.
-No. Debemos detenerlo lo antes posible. Es peligroso.

Por primera vez su expresión se ensombreció.

-Y quiere el Tridente Patrono.