Soñando lúcido

Los sueños siempre me han obsesionado hasta el punto de modificar rutinas de mi vida y, en ocasiones, trasnformarla por completo. No los sueños como aspiraciones o deseos, sino como ese misterio insondable que parte desde la profundidad de nuestra propia mente y que está cargado de significado.

Diario de sueños

La obsesión onírica

Desde que conocí el concepto de sueño lúcido, hace unos veinte años, he tratado de tener todos los que he podido. Devoré libros de Jung, Freud y Adler, investigué las páginas de internet sobre el tema, como el Club de los Onironautas, y busqué estudios científicos. La mayoría era misticismo. El único paper serio era no concluyente. No se puede demostrar científicamente la existencia del sueño lúcido. Al menos por ahora. Solo podemos creer a los que dicen que lo han tenido. Incluso reputados psicólogos y neurocientíficos ponen -o ponían, hace un par de décadas- en duda su existencia.

Ahora que llego a los cuarenta, me doy cuenta de hasta qué punto han influído en mi vida. He llenado «diarios de sueños» con lo que recordaba cada noche, analizando y apuntando todo. He practicado meditación de varios tipos y, por supuesto, he «evangelizado» a todo el que he podido sobre el tema.

Más allá de lo fácil o difícil de conseguir lucidez y del sueño lúcido en sí, lo interesante, lo inspiracional, es cómo analizando los sueños analizamos nuestra propia psique. Las personas más relevantes para nosotros, los problemas que nos preocupan, los lugares que nos anclan… todo eso aparece, día a día, en nuestros sueños. Solo tenemos que escribirlos para comenzar a conocernos mejor.

Las vías del subconsciente

Pero antes de que esto empiece a parecer una guía de autoayuda, quiero centrarme en lo que me ha llevado a escribir este artículo: la fuente inspiracional del sueño lúcido.

Podemos decir sin temor a equivocarnos que un sueño lúcido es un momento muy especial. Por mucho que queramos, son muy difíciles de conseguir (hay gente que afirma que los tiene a menudo, pero no es lo normal). Eso significa que las horas antes y después del sueño lúcido son importantes en nuestra vida. Es el momento de detenerse y recapacitar. En esos momentos, podemos tener ante nosotros una disyuntiva, un motus, que puede cambiarlo todo.

Un sueño lúcido es un momento de inspiración. Con él podemos hacer muchas cosas, podemos extraer una gran riqueza visual y narrativa desde la profundidad de nuestro subconsciente (o inconsciente, las nomenclaturas varían con el autor). Aunque no lo entendamos inmediatamente, tendrá un mensaje para nuestro consciente. Y ese mensaje puede que sea el mensaje que nosotros tenemos para transmitir a la humanidad. Puede que sea ese algo que ansiamos que nos haga diferentes.

Cómo soñar lúcido

Aunque ya hay mucha información sobre el tema en la red, no como cuando yo comenzaba a investigar, voy a compartir el método que me funciona a mí. Se parece al Método De la Llave, pero no es tan definitivo 😉

Es verdad que la tarjeta de identificación de la realidad es muy útil, y es el método, digamos, que más gente afirma que le funciona. Pero a mí dejó de funcionarme cuando me acostumbré a ella (lo normal…).

Así que lo mejor es escribir los sueños todos los días al despertar, o incluso en mitad de la noche. Además de eso, mirarse las manos en momentos extraños del día -por ejemplo si te has olvidado las llaves- y preguntarse (en voz alta) «¿Estoy soñando?».

Esta técnica me funciona casi siempre. Después de varios días consigo un sueño lúcido. Pero si no sucede, pues dejo de intentarlo a no ser que me siga apeteciendo escribir los sueños esa temporada. Pero es mejor no forzar y no obsesionarse. Olvidarse, y probar de nuevo en unas semanas.

¿Has tenido sueños lúcidos? ¿Qué método te funciona? ¿Crees que todo esto son patrañas? Cuéntanos un poco en los comentarios.

Author:
0nironauta

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